Cada día nos preocupamos más de nuestra boca. Nos gusta vernos bien y tener un aspecto saludable. Pero, ¿es suficiente con lo que hacemos habitualmente?
Para tener una boca sana se recomienda practicar una buena higiene dental, cuidar la alimentación y visitar periódicamente al dentista. Para velar por la salud de nuestra boca se ideó la ortodoncia preventiva. Una rama sanitaria que se adelanta a los problemas bucales antes de que parezcan.
Acostumbramos a lavarnos los dientes dos o tres veces al día, a emplear hilo dental, a usar colutorio o enjuague bucal. Evitamos tomar productos con mucha azúcar. Pero aun así puede ser que aparezcan caries o que el color de nuestros dientes se vaya deteriorando.
Los odontólogos de la clínica dental Sánchez Arránz, en Burgos, nos comentan que la mayoría de las enfermedades dentales, en un principio, no se aprecian a simple vista. Sin darnos cuenta podemos estar incubándolas en nuestra boca, aunque seamos cuidadosos con la higiene dental.
Sucede con la caries, que va taladrando el esmalte y la dentina del diente poco a poco. Solo nos damos cuenta de que la tenemos cuando llega al interior de la pieza dental, donde transcurren las terminaciones nerviosas. El dolor nos alerta de que tenemos caries, pero la llevábamos padeciendo desde hace meses.
Aunque seamos muy meticulosos, el cepillado y los medios complementarios no llegan a todos los recovecos de la boca. Visitar al dentista cada seis meses certifica la buena salud de nuestra dentadura y de nuestras encías, y nos avisa de posibles problemas que pudieran aparecer.
Estos son los cuidados que debemos realizar para tener una boca sana.
Tareas cotidianas.
El periódico eldiario.es nos recomienda una serie de tareas para cuidar nuestra salud bucal, partiendo de las recomendaciones del Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España. Estas son las más importantes:
- El cepillado diario.
Debemos cepillarnos los dientes dos veces al día durante dos minutos. En una de las dos ocasiones es recomendable usar hilo dental, con ello limpiamos los espacios interdentales y llegamos a zonas que no alcanza el cepillo.
Se recomienda usar pasta de dientes fluorada. El flúor refuerza el esmalte natural de los dientes y previene la caries. Debemos cambiar el cepillo de dientes cada tres meses. Un cepillo viejo o deshilachado no cumple bien su función.
- Cuidar las encías.
A veces nos centramos demasiado en los dientes e infravaloramos las encías. Es allí donde se concentra el sarro y donde se deposita buena parte de la suciedad que removemos con el cepillado. En las encías aparecen enfermedades como la gingivitis. El sangrado es una de las principales señal de alerta.
- Cuidar la alimentación.
Una dieta baja en azúcar y rica en calcio y fosfato aporta los nutrientes necesarios para tener unos dientes sanos y fuertes. Otro elemento importante es beber agua con frecuencia. Esto generará más saliva y contribuye a mantener la placa a raya.
Los alimentos azucarados, por otra parte, desprenden azúcar en el masticado lo que contribuye a que las bacterias segreguen ácidos corrosivos para los dientes. Es importante limitar y controlar su ingesta.
- Evitar el tabaco y el consumo de alcohol.
El tabaco no solo vuelve los dientes amarillos, sino que actúa sobre las encías, fomentando la aparición de enfermedades periodontales. El humo del tabaco introduce sustancias en la boca que la ensucian y que nutren a la placa bacteriana. Responsable de gran parte de las enfermedades bucales.
La Sociedad Americana del Cáncer advierte que los preparados de tabaco para uso oral, como el tabaco de mascar, aumentan las probabilidades de padecer cáncer de encía, destruyen los huesos alveolares maxilofaciales y propician la pérdida de dientes.
Por otro lado, el consumo habitual y excesivo de alcohol aumenta el riesgo de padecer cáncer de boca. En EEUU, siete de cada 10 enfermos de cáncer oral, son bebedores de alcohol.
- Acudir al dentista de forma periódica.
La razón para acudir al dentista cada 6 meses es preventiva. No significa que tengamos que empezar un tratamiento. Es una visita rutinaria que certificará el buen estado de nuestra boca y nos proporcionará orientaciones para el cuidado diario. La visita al dentista es una herramienta importante para detectar riesgos de caries, de enfermedades periodontales, muelas del juicio retenidas o para prever problemas de oclusión en los dientes.
La visita al dentista. Un cambio de chip.
Acudimos al dentista cuando tenemos un problema y buscamos una solución. Ese problema se podría haber evitado si el odontólogo llevara un seguimiento del estado de nuestra boca. El 80% de las enfermedades dentales se pueden prever y evitar.
Piensa que un tratamiento dental es más caro y complicado cuanto más esté desarrollada la enfermedad. Si bien, la odontología ha evolucionado mucho en las últimas décadas y los tratamientos son cada vez más efectivos, la mejor estrategia para tener una boca sana es la prevención.
En una visita rutinaria, el odontólogo realiza una inspección ocular que complementa con las respectivas radiografías. Obteniendo una vista panorámica de toda la boca del paciente. Incluida la raíz de los dientes y su parte interna.
Con los niños, el odontopediatra practica odontología preventiva. Se recomienda llevar a los bebés al dentista cuando empiezan a salir los primeros dientes, entre los 6 meses y el primer año de vida. En ese momento, el profesional se asegura que no hay ningún problema para que los dientes salgan con normalidad.
La siguiente visita se programa para cuando el niño tiene 3 años. A esa edad ya ha emergido toda la dentadura de leche. La revisión garantiza que se va a poder efectuar la sustitución de la dentadura provisional por la definitiva con total normalidad. Digamos que la formación de la dentadura de los niños está supervisada por el odontopediatra.
Otro momento en el que se tiene asumida la odontología preventiva es durante el periodo del embarazo. El blog de la compañía de seguros Catalana Occidente recuerda lo importante que es que las mujeres embarazadas acudan al dentista.
Durante la gestación, la madre experimenta una serie de cambios hormonales que debilitan las encías, y favorece la aparición de la gingivitis. Además, las mujeres embarazadas son más propensas a padecer caries debido al aumento de consumo de carbohidratos.
Todos los odontólogos coinciden en que es recomendable que la madre gestante acuda a la clínica dental durante el primer trimestre de embarazo. En ese momento no se puede realizar ninguna radiografía, pero sí se efectuará una inspección visual, para asegurarse de que sus encías y dientes están fuertes. Esta visita ofrece la oportunidad de que el dentista proporcione una serie de consejos y orientaciones para que la madre cuide su salud bucal en los meses de embarazo.
Si se aprecia una complicación, se pueden realizar radiografías a partir del cuarto mes de gestación, tomando las medidas oportunas. En el último trimestre de embarazo, se recomienda que la madre vuelva a visitar la clínica dental para comprobar si se han producido daños en sus encías y asegurarse de que su boca está sana, para afrontar el periodo de lactancia. Una fase de la que no se habla mucho, pero que supone un desbarajuste para las madres.
Si este espíritu preventivo lo practicamos a largo de toda nuestra vida adulta, visitando al dentista cada 6 meses para chequear nuestra salud bucal, podremos evitar gran parte de los problemas que van apareciendo en nuestra boca con el paso del tiempo.
Beneficios de la odontología preventiva.
Cultivando el hábito de visitar al dentista periódicamente, sin necesidad de atender ninguna urgencia, ni de iniciar ningún tratamiento, podemos ver como nuestra salud dental sale beneficiada, en concreto en estos puntos:
- Se reduce el riesgo de padecer caries, enfermedades en las encías y problemas bucales serios.
- Se provienen buenos hábitos de higiene oral, perfeccionando los que usamos habitualmente.
- Se identifican por adelantado problemas dentales y se minimizan su tratamiento y su coste.
- Permite al dentista que realice un examen completo de la boca, la mandíbula y el cuello. Por lo que tenemos un conocimiento más detallado de nuestra salud.
- Reduce problemas dentales relacionados con condiciones médicas crónicas, como la diabetes, la osteoporosis, el cáncer, trastornos alimentarios, etc. Para los enfermos crónicos, el cuidado dental preventivo forma parte de su salud integral.
La odontología preventiva la practica el odontólogo general, y en el caso de los niños, el odontopediatra. Derivando al paciente a otro especialista en el caso de que aprecie alguna complicación específica.
Una de las funciones del odontólogo es guiarte hacia un cuidado dental apropiado. Detectando problemas potenciales antes de que se desarrollen y dando pautas para corregirlos. Digamos que la odontología preventiva es un servicio personalizado. Adaptado a las circunstancias y características del paciente.
Si visitamos siempre al mismo dentista, este va confeccionando, con la información recabada en las visitas, un historial clínico de nuestra boca, que siempre es muy útil a la hora de iniciar cualquier tratamiento.
Para tener una boca sana, el cuidado debemos efectuarlo nosotros mismos bajo la supervisión de un odontólogo, que nos va guiando y acompañando en este aspecto de nuestra salud.