Hay momentos en la vida que sientes que todo se viene encima y que no vas a poder con ello. Esto fue lo que me ocurrió hace un tiempo cuando quise poner en venta mi casa. No lo hice queriendo, al revés, mi casa me encantaba pero cuando hay de por medio una separación y niños lo mejor es intentar cortar todo nexo de unión con tu ex para evitar problemas. Y aunque la separación fue de mutuo acuerdo, no de las peores que recuerdo, estaba claro que nos teníamos que despojar de una casa que había formado parte de nuestra vida durante los últimos 20 años. Pero ya os digo que no me resultó tan sencillo. Acompañadme en esta historia que espero que os sirva de ejemplo por si estáis pasando por la misma situación.
Ahora bien, ya os digo, os hago un spoiler, que acaba con final feliz y gracias a un detalle del que nunca somos conscientes cuando estamos vendiendo una vivienda. Así que solo tenéis que tomar nota. Como os digo había estado intentando vender la casa durante mucho tiempo, casi muchos meses, pero no tenía suerte. Y la verdad es que no entendía la razón porque mi casa (o mejor dicho nuestra casa), estaba bien ubicada y tenía todos los servicios que se pueden buscar. Y sí, el precio era muy ajustado porque la intención como os digo no era hacer negocio, sino quitárnosla de encima para evitar más problemas durante el divorcio. Que lo único que nos uniera fuera nuestra hija. Yo ya estaba cansado y no entendía cómo la gente estaba muy interesada, pero cuando había que dar el último paso, siempre se echaban atrás.
Pues bien, yo ya estaba frustrado y no podía más. A punto de tirar la toalla, hasta que un amigo mío me comentó unas palabras en las que no había caído. “¿Oye, tú tienes certificado de energía en tu casa?” Pues no, no tenía. Y de repente se me encendió la luz y empecé a recordar que varios de los posibles compradores que habían llegado a mi casa si que me hacían muchas preguntas sobre este tema. En concreto si la casa tenía ventanas de PVC, si el consumo de gas era muy grande. Hilándolo todo me d cuenta de que se trataba de esto. Aunque al principio no estuve seguro de si realmente esto me ayudaría, finalmente me pensé que era la única fórmula para poder vender la casa.
Así lo conseguí
Así pues me puse en contacto con una empresa para obtener el certificado. Y desde la primera visita de los compradores potenciales ya noté que la cosa había cambiado. Todos ellos empezaron a mostrar más interés en comprar mi casa, algo que antes no pasaba. Parecía que el certificado de energía había hecho efecto y yo estaba muy feliz. Un certificado energético es un documento oficial que indica el consumo de energía de un edificio o una vivienda. Es decir, es una etiqueta energética que califica el consumo de energía de un inmueble según una escala que va de la A (más eficiente) a la G (menos eficiente).
Como nos indican desde Arquinvest, el certificado energético se obtiene a través de un proceso de evaluación, de un técnico competente, en el que se tienen en cuenta factores como el aislamiento térmico de la vivienda, la orientación de las ventanas, el sistema de climatización, la iluminación, entre otros aspectos. Una vez obtenido el certificado, se refleja la calificación obtenida, que es obligatoria en la publicidad y el alquiler o venta de una propiedad después de la entrada en vigor de la Ley.
El certificado energético de una vivienda o edificio es obligatorio en España en varios casos, por lo que lo mejor es que te informes porque puede ser la solución a tus problemas.
Un par de semanas más tarde, recibí una oferta para comprar mi casa y finalmente logré venderla. Por fin podía emprender una vida nueva. Y sí, me quité un buen marrón de encima, porque luego fue el tiempo en el que los tipos de interés subieron y de haber seguido con la hipoteca me hubiera crujido.
Desde entonces, lo tengo claro, siempre que alguno amigos y conocidos me vienen a pedir consejo, (en su mayoría también por divorcios) lo primero que les digo es la famosa pregunta que me hicieron a mí, “¿tú tienes certificado de energía?” Pues si no lo tienes, ya sabes, estás tardando.